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Llevate este combo de 3 libros de Luciano Lutereau!!
Miserias Hipermodernas
En Miserias hipermodernas. ¿Por qué vivimos tan mal? Luciano Lutereau lo hace de nuevo: refresca
y actualiza los conceptos, que han quedado flotando como barcos a la deriva en el mar de la psiquis,
para plantearnos, valiéndose de nuevas asociaciones, una mirada actual de los síntomas
contemporáneos (y no tanto).
A partir de la idea de pecado capital, que ha quedado en desuso y hoy nos remonta a un tiempo
bíblico, casi sin lugar en nuestra hipermodernidad del siglo XXI, el autor se plantea: ¿Cómo nos
interpelan, entonces, los llamados pecados hoy en día? ¿Podemos traspolarlos a las posiciones
psicopáticas que reconoce el psicoanálisis?
Capítulo a capítulo irán apareciendo los siete clásicos pecados capitales, pero no esperen encontrar
la definición religiosa o de manual. Luciano nos posiciona en los lugares del deseo, los lazos filiales,
las relaciones románticas, el vínculo con el otro, los juegos de poder y muchos otros escenarios para
enfrentarnos con las más profundas miserias: finalmente, el concepto de pecado más actual.
Haremos el viaje hacia el hueso de este sistema que se nos propone circular y envolvente: desde
punto nuclear más pasivo, la pereza —“la madre de todos los males” que desestabiliza la concepción
de voluntad— hacia la periferia, donde la envidia —de carácter puramente destructivo— encapsula
al resto de las miserias, el autor nos da los elementos para repensar el papel del individualismo, el
enojo, los celos, el cansancio, la vulnerabilidad y la sexualidad en relación con los siete pecados
capitales inmersos en la sociedad hipermoderna. Descubrimos, entonces, que estas miserias no
parten desde los lugares de exceso, como siempre creímos, sino desde espacios de falta.
El doctor Lutereau toma de uno de los seminarios dictados en 2020 en el ciclo de Revoluciones
Íntimas, además, el desplazamiento de las pasiones humanas hacia las garras del capitalismo y
denota cómo nuestros vínculos se han “devaluado” hasta convertirse en transacciones del mundo
neoliberal.
En una época donde el individualismo y el egocentrismo se han vuelto motores de la sociedad y
dueños de nuestras acciones, ¿somos todos pecadores? Y como pecadores, ¿hay retorno de
nuestras miserias más intrínsecas? Para Luciano Lutereau hay una respuesta entre tantos interrogantes: La sociedad capitalista nos
obliga a pagar por nuestros miedos. El psicoanálisis es una invitación a pagar por el deseo.
Fragmentos del lazo social:
Fragmentos del lazo social. ¿Por qué vivimos tan solos?, de Luciano Lutereau, muestra el claro quiebre del deseo y la deserotización que desgarra los vínculos. Si localizamos que nuestro mayor conflicto hoy no es con el otro, sino con la capacidad de abrirse al otro, la ecuación ofrece una nueva dimensión: quizás las respuestas a nuestras preguntas incluyan repensar el cortocircuito con el lazo. ¿Por qué vivimos tan solos, enojados, paranoicos, frustrados? ¿Qué ha pasado con nuestros lazos sociales en los últimos años? ¿Por qué los objetamos? ¿Cómo reconciliamos las asimetrías y las incomodidades de la vida en común? El Dr. Lutereau presenta –desde un abanico de síntomas y actos como la depresión, la crueldad, la soledad, la seducción, los celos, la falta de voluntad, la histeria, el narcisismo, la muerte, el sexo, el poder– una aproximación al porqué de los males de nuestra época.
Nadie sabe lo que dice un cuerpo:
¿Cómo pensar, en el siglo XXI, las relaciones entre el cuerpo y la palabra? Si el ser humano
es un cuerpo que habla, ¿cuáles son sus dialectos? ¿La carne, la piel, sus agujeros? ¿Qué
ocurre cuando enmudece, hace silencio o prefiere callar?
En Nadie sabe lo que dice un cuerpo, Luciano Lutereau se atreve a plantear preguntas tan
inquietantes como sugerentes: por qué llamamos “interior” a la ropa interior, por qué
siempre hay una parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, por qué hay otras de las que
decimos que las “heredamos” de otros (la nariz del padre, la boca de la madre, etc.). De
esta manera, nos introduce en las diferentes aristas de la experiencia corporal
devolviéndole su ambigüedad fundamental: el cuerpo es invisible, nunca está donde lo
vemos (o pensamos); lo que nos une con ese objeto íntimo y extraño a la vez es una
distancia imposible de eliminar.
En los capítulos que conforman la obra, Lutereau nos conduce por los diferentes caminos
en los que nos encontramos con nuestra corporalidad; no considera al cuerpo desde el
punto de vista biológico, sino como un gran supuesto con sutiles análisis que nunca dejan
de tener en cuenta la perspectiva de actualidad y la crítica social a los discursos
hegemónicos que dicen querer liberar el cuerpo, pero lo esclavizan en nuevas técnicas.
“No tenemos un cuerpo, lo padecemos”, dice nuestro autor, para llevarnos también a una
relectura de las pasiones. “No somos el cuerpo, sino que a través de él descubrimos la
relación con nuestra falta de ser”, insiste uno de los psicoanalistas más lúcidos de nuestro
tiempo, con quien una vez más descubrimos que las preguntas, cuando están bien
planteadas, son más importantes que las respuestas.
$88.500,00
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3 cuotas sin interés de $26.550,00
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Miserias Hipermodernas
En Miserias hipermodernas. ¿Por qué vivimos tan mal? Luciano Lutereau lo hace de nuevo: refresca
y actualiza los conceptos, que han quedado flotando como barcos a la deriva en el mar de la psiquis,
para plantearnos, valiéndose de nuevas asociaciones, una mirada actual de los síntomas
contemporáneos (y no tanto).
A partir de la idea de pecado capital, que ha quedado en desuso y hoy nos remonta a un tiempo
bíblico, casi sin lugar en nuestra hipermodernidad del siglo XXI, el autor se plantea: ¿Cómo nos
interpelan, entonces, los llamados pecados hoy en día? ¿Podemos traspolarlos a las posiciones
psicopáticas que reconoce el psicoanálisis?
Capítulo a capítulo irán apareciendo los siete clásicos pecados capitales, pero no esperen encontrar
la definición religiosa o de manual. Luciano nos posiciona en los lugares del deseo, los lazos filiales,
las relaciones románticas, el vínculo con el otro, los juegos de poder y muchos otros escenarios para
enfrentarnos con las más profundas miserias: finalmente, el concepto de pecado más actual.
Haremos el viaje hacia el hueso de este sistema que se nos propone circular y envolvente: desde
punto nuclear más pasivo, la pereza —“la madre de todos los males” que desestabiliza la concepción
de voluntad— hacia la periferia, donde la envidia —de carácter puramente destructivo— encapsula
al resto de las miserias, el autor nos da los elementos para repensar el papel del individualismo, el
enojo, los celos, el cansancio, la vulnerabilidad y la sexualidad en relación con los siete pecados
capitales inmersos en la sociedad hipermoderna. Descubrimos, entonces, que estas miserias no
parten desde los lugares de exceso, como siempre creímos, sino desde espacios de falta.
El doctor Lutereau toma de uno de los seminarios dictados en 2020 en el ciclo de Revoluciones
Íntimas, además, el desplazamiento de las pasiones humanas hacia las garras del capitalismo y
denota cómo nuestros vínculos se han “devaluado” hasta convertirse en transacciones del mundo
neoliberal.
En una época donde el individualismo y el egocentrismo se han vuelto motores de la sociedad y
dueños de nuestras acciones, ¿somos todos pecadores? Y como pecadores, ¿hay retorno de
nuestras miserias más intrínsecas? Para Luciano Lutereau hay una respuesta entre tantos interrogantes: La sociedad capitalista nos
obliga a pagar por nuestros miedos. El psicoanálisis es una invitación a pagar por el deseo.
Fragmentos del lazo social:
Fragmentos del lazo social. ¿Por qué vivimos tan solos?, de Luciano Lutereau, muestra el claro quiebre del deseo y la deserotización que desgarra los vínculos. Si localizamos que nuestro mayor conflicto hoy no es con el otro, sino con la capacidad de abrirse al otro, la ecuación ofrece una nueva dimensión: quizás las respuestas a nuestras preguntas incluyan repensar el cortocircuito con el lazo. ¿Por qué vivimos tan solos, enojados, paranoicos, frustrados? ¿Qué ha pasado con nuestros lazos sociales en los últimos años? ¿Por qué los objetamos? ¿Cómo reconciliamos las asimetrías y las incomodidades de la vida en común? El Dr. Lutereau presenta –desde un abanico de síntomas y actos como la depresión, la crueldad, la soledad, la seducción, los celos, la falta de voluntad, la histeria, el narcisismo, la muerte, el sexo, el poder– una aproximación al porqué de los males de nuestra época.
Nadie sabe lo que dice un cuerpo:
¿Cómo pensar, en el siglo XXI, las relaciones entre el cuerpo y la palabra? Si el ser humano
es un cuerpo que habla, ¿cuáles son sus dialectos? ¿La carne, la piel, sus agujeros? ¿Qué
ocurre cuando enmudece, hace silencio o prefiere callar?
En Nadie sabe lo que dice un cuerpo, Luciano Lutereau se atreve a plantear preguntas tan
inquietantes como sugerentes: por qué llamamos “interior” a la ropa interior, por qué
siempre hay una parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, por qué hay otras de las que
decimos que las “heredamos” de otros (la nariz del padre, la boca de la madre, etc.). De
esta manera, nos introduce en las diferentes aristas de la experiencia corporal
devolviéndole su ambigüedad fundamental: el cuerpo es invisible, nunca está donde lo
vemos (o pensamos); lo que nos une con ese objeto íntimo y extraño a la vez es una
distancia imposible de eliminar.
En los capítulos que conforman la obra, Lutereau nos conduce por los diferentes caminos
en los que nos encontramos con nuestra corporalidad; no considera al cuerpo desde el
punto de vista biológico, sino como un gran supuesto con sutiles análisis que nunca dejan
de tener en cuenta la perspectiva de actualidad y la crítica social a los discursos
hegemónicos que dicen querer liberar el cuerpo, pero lo esclavizan en nuevas técnicas.
“No tenemos un cuerpo, lo padecemos”, dice nuestro autor, para llevarnos también a una
relectura de las pasiones. “No somos el cuerpo, sino que a través de él descubrimos la
relación con nuestra falta de ser”, insiste uno de los psicoanalistas más lúcidos de nuestro
tiempo, con quien una vez más descubrimos que las preguntas, cuando están bien
planteadas, son más importantes que las respuestas.