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Liberada de la breve cárcel de la oración erudita y los personajes solemnes, Ana Ojeda enardece en Mujer peor su asalto literario-feminista-anticapitalista anunciado ya en Furor fulgor. En la primera de estas tres nouvelles, “Lograr los logros”, un trío de monjas busca reconvertir su convento, mancillado por una embarazosa irrupción nocturna, en un emprendimiento lucrativo; en “Urara”, una oficinista —¡HARTA! de una multinacional— dinamita el rito pavote y bienintencionado de los deseos navideños, brindando a la muerte de su jefe; por último, en “Alcanfor”, una anciana vuelve milagrosamente del alzhéimer para descubrir oscuro contubernio entre vecinos y sobrinos, que han aprovechado el impasse para despojarla del departamento en el que vive. En Ojeda, el canon literario deviene reprogramación política. Ya no se trata solo de desacatarse contra la absurda prohibición del uso del lenguaje inclusivo. Se trata de romper la unidad básica del castellano. Y de reírse de todo. ¡Viva la literatura!
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Liberada de la breve cárcel de la oración erudita y los personajes solemnes, Ana Ojeda enardece en Mujer peor su asalto literario-feminista-anticapitalista anunciado ya en Furor fulgor. En la primera de estas tres nouvelles, “Lograr los logros”, un trío de monjas busca reconvertir su convento, mancillado por una embarazosa irrupción nocturna, en un emprendimiento lucrativo; en “Urara”, una oficinista —¡HARTA! de una multinacional— dinamita el rito pavote y bienintencionado de los deseos navideños, brindando a la muerte de su jefe; por último, en “Alcanfor”, una anciana vuelve milagrosamente del alzhéimer para descubrir oscuro contubernio entre vecinos y sobrinos, que han aprovechado el impasse para despojarla del departamento en el que vive. En Ojeda, el canon literario deviene reprogramación política. Ya no se trata solo de desacatarse contra la absurda prohibición del uso del lenguaje inclusivo. Se trata de romper la unidad básica del castellano. Y de reírse de todo. ¡Viva la literatura!