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Nos dice la autora que “este libro está dedicado a las mujeres. A las que padecieron y

padecen violencias. Son tantas sus historias que no pudieron entrar en estas páginas.

Sólo pude rescatar algunas, muy pocas. Historias de mujeres que vienen de la mano

de nuestras ancestras. Algunas -como las pioneras psicoanalistas- padecieron todo

tipo de violencias. Por sostener ideas revolucionarias para su época, por ser mujeres

y romper moldes. También por ser mujeres que produjeron teoría y que abrieron

nuevos espacios simbólicos, tuvieron como destino el olvido, y en muchos casos, la

apropiación y el robo. Muchas de ellas eran mujeres de origen judío, por lo cual

padecieron las crueldades y la persecución del nazismo que arrasaba Europa en esos

tiempos. Otras historias se nutren de testimonios de mujeres de nuestro continente,

de nuestras provincias, de nuestros pueblos. También fue construido con retazos de

esas vidas y también con palabras de las de numerosas mujeres que escuché en

espacios clínicos y en instituciones educativas y sociales…”

De allí la pregunta que se hace “¿A qué llamamos violencia simbólica? Al origen de

todas las violencias. Tan bien definida por Pierre Bourdieu, como ...violencia

amortiguada, insensible, invisible para sus propias víctimas, que se ejerce

esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación, del

conocimiento (...) y del sentimiento. Bourdieu lo sitúa en el orden simbólico que nos

preexiste y le da un carácter fundamentalmente político-cultural, ya que es estructural

al sistema patriarcal y legitima todas las otras violencias. Ella es la que incorporamos

inadvertidamente a través de discursos, símbolos, mitos, lo dicho y lo no-dicho en

nuestra cultura. Así construimos nuestra subjetividad y nuestro sentido común, desde

el cual interpretamos la vida y el mundo. Por ello la violencia simbólica es constitutiva

de nuestro psiquismo. No hay una sola mujer no haya sufrido violencia simbólica en

este mundo patriarcal y androcéntrico…”

Mujeres en la mira, Marta Fernández Boccardo, Topia

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Nos dice la autora que “este libro está dedicado a las mujeres. A las que padecieron y

padecen violencias. Son tantas sus historias que no pudieron entrar en estas páginas.

Sólo pude rescatar algunas, muy pocas. Historias de mujeres que vienen de la mano

de nuestras ancestras. Algunas -como las pioneras psicoanalistas- padecieron todo

tipo de violencias. Por sostener ideas revolucionarias para su época, por ser mujeres

y romper moldes. También por ser mujeres que produjeron teoría y que abrieron

nuevos espacios simbólicos, tuvieron como destino el olvido, y en muchos casos, la

apropiación y el robo. Muchas de ellas eran mujeres de origen judío, por lo cual

padecieron las crueldades y la persecución del nazismo que arrasaba Europa en esos

tiempos. Otras historias se nutren de testimonios de mujeres de nuestro continente,

de nuestras provincias, de nuestros pueblos. También fue construido con retazos de

esas vidas y también con palabras de las de numerosas mujeres que escuché en

espacios clínicos y en instituciones educativas y sociales…”

De allí la pregunta que se hace “¿A qué llamamos violencia simbólica? Al origen de

todas las violencias. Tan bien definida por Pierre Bourdieu, como ...violencia

amortiguada, insensible, invisible para sus propias víctimas, que se ejerce

esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación, del

conocimiento (...) y del sentimiento. Bourdieu lo sitúa en el orden simbólico que nos

preexiste y le da un carácter fundamentalmente político-cultural, ya que es estructural

al sistema patriarcal y legitima todas las otras violencias. Ella es la que incorporamos

inadvertidamente a través de discursos, símbolos, mitos, lo dicho y lo no-dicho en

nuestra cultura. Así construimos nuestra subjetividad y nuestro sentido común, desde

el cual interpretamos la vida y el mundo. Por ello la violencia simbólica es constitutiva

de nuestro psiquismo. No hay una sola mujer no haya sufrido violencia simbólica en

este mundo patriarcal y androcéntrico…”

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